jueves, 11 de marzo de 2010

Arqueología de la infancia

En el diario El Cronista apareció una reseña sobre Catálogo de juguetes escrita por Juan Ignacio Orue.



Texturas y sonidos que acariciaron la infancia

Catálogo de juguetes (La Compañía), de la italiana Sandra Petrignani, es una vuelta a la niñez, a aquel tiempo donde lo más deseado, tal vez lo único importante, era tocar el cielo desde una hamaca, llenarse los dedos de plastilina o subirse a una escoba para cabalgar como el llanero solitario.


Un niño mira que el globo que se despegó de su mano viaja irremediablemente al cielo. Salta, en vano, con la manito estirada. Ni el piolín alcanza a rozar. Para consolarse, corre hacia la hamaca. Piensa que esa tabla de madera lisa, que acaricia tibiamente sus muslos, lo puede impulsar hacia las nubes en busca del globo viajero.

Con palabras similares, en una o a lo sumo dos páginas, en su libro Catálogo de juguetes, la escritora italiana Sandra Petrignani logra contar con suma sencillez y un lenguaje poético qué es, para qué sirve y qué significa el globo, la hamaca, el metegol, el caballo mecedor, el trencito eléctrico, los soldaditos y las muñecas, entre otras obras geniales que maravillaron y maravillan a cualquier pequeñito.

El libro, lanzado recientemente al mercado por la editorial La Compañía, es un viaje conmovedor por la niñez a través de sesenta y cinco juguetes y juegos. Conforma, así, una suerte de arqueología o historia de la infancia.

A lo mejor la hamaca es la nostalgia de la cuna, dice Petrignani; cuando falta la figurita del álbum, la frustración es doble, se contempla una forma vacía, la silueta rectangular de la pieza ausente, y leer no tiene sentido, asegura; también enseña como identificar el oso preferido de un nene. Basta olerlo, nomás. "El olor de un oso habituado a dormir en la misma cama que su pequeño amo embriaga; es el olor de ese niño y al mismo tiempo el olor universal de la infancia".

Traducido por el escritor Guillermo Piro, Catálogo de juguetes es una obra que convoca a la melancolía, a la alegría y al recuerdo de una infancia de rodillas mugrientas, chicle entre los dientes y ‘canté pri para todos mis compas‘.

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