viernes, 30 de octubre de 2009

View-Master

Mirándolo por afuera, el View-Master era un feo objeto. Pero apenas se metía dentro el disco de cartón –donde estaban engarzadas minúsculas diapositivas– y se apoyaban los ojos en los oculares, aparecía una imagen maravillosa, el espacio se dilataba, el campo visual se llenaba de personajes de fábula o de las iglesias de Florencia o de la Torre de Pisa o de las góndolas de Venecia o del Puente de Londres o de la Torre Eiffel o del Coliseo.

Fragmento de Catálogo de juguetes



miércoles, 28 de octubre de 2009

Peregrinación

Hace unos meses, Sandra Petrignani participó en el XII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Italianistas, organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha. Aquí reproducimos un pasaje de su intervención que incluye una referencia al Catálogo de juguetes.


En mi confusa juventud había algo sobre lo que no tenía dudas: quería dos cosas en la vida, escribir y viajar. Incluso la escritura aparecía como un tipo de viaje peculiar, un viaje dentro de las palabras y las cosas. En cierto sentido, no escribí sino libros de viajes y la metáfora del viaje marcó mi vida. Ahora bien, debemos comprender este término. Cuando decimos "viaje", indicamos conceptos diferentes.

En primer lugar, viajar es moverse en el espacio, pasar de un lugar a otro y, más precisamente, de un lugar familiar, donde están nuestra casa y nuestras cosas, a un lugar menos conocido, cuando no desconocido. Viajar implica abandonar la seguridad para aventurarse en lo ignoto. Pero viajar es también buscarse. Abandonamos la rutina, aunque sea temporalmente, para ponernos a prueba y descubrir cosas que no sabíamos de nosotros mismos, para medir nuestra resistencia, nuestra inventiva, nuestra inesperada capacidad de adaptación. Tal vez viajemos en busca de sorpresas ya que los escenarios familiares no pueden sorprendernos ni ponernos a prueba.

También podemos viajar para perdernos. O, éste es el caso en el que más me reconozco, nos ponemos en camino para buscar una cosa sabiendo con precisión qué es, con una meta a alcanzar, un punto en el espacio que decidimos que será nuestro destino. Esto es lo contrario a perderse. Nos trasladamos del punto A al punto B y el punto B nos aguarda porque realmente deseamos llegar ahí, deseamos llegar y comprender y, para eso, nos hemos preparado mucho antes de salir.

Este tipo de viaje se llama peregrinación. El peregrino es un viajero que sabe lo que desea y […], cuando llegue a destino, cuando alcance la meta, no será el mismo de antes, sabrá algo distinto de lo que sabía. […]

Antes dije que, en cierto sentido, no escribí sino libros de viajes. Eso puede sonar forzado, pero esconde algo de verdad. Los libros que siguieron [a su primera novela: Navegazioni di Circe], Catálogo de juguetes y Vecchi, son viajes a través de objetos y de personas. ¿Peregrinaciones también? De algún modo, sí. El Catálogo de juguetes conforma una peregrinación por la niñez a través de un objeto de culto de esa etapa; precisamente, el juguete […], un objeto mágico y misterioso que contiene una verdad oculta.

lunes, 26 de octubre de 2009

Evocación Nº 7 - Mariana Enríquez

Les estamos pidiendo a diferentes personas (escritores, deportistas, músicos, dibujantes) que evoquen los juguetes preferidos de su niñez. Aquí, la respuesta de Mariana Enríquez, a quien le agradecemos muchísimo.


Mi juguete favorito era Petete, un muñeco payaso del tamaño de un gato cachorro. Tenía la cara casi despintada y le quedaba sólo el color marrón claro de la goma original. No tenía rasgos, apenas una nariz tenue. El pelo negro parecía chamuscado y le faltaba su traje: nomás le quedaba la tela azul y roja cosida sobre el relleno. Dormí con él hasta que la goma de la cabeza se pudrió y se abrió a la altura de la frente, que era muy ancha. Cuando lo abandoné, tenía 12 años. Decidí no llevarlo al viaje de fin de escuela primaria (La Falda, Córdoba). Mi mamá lo conservó todavía unos años, hasta que se lo comieron las polillas.


Foto de Lucio Ramírez tomada del blog de Eterna Cadencia

Mariana Enríquez nació en 1973 en Buenos Aires. Es Licenciada en Comunicación Social y se desempeña desde hace años como periodista en diversos medios. Publicó dos novelas, Bajar es lo peor y Cómo desaparecer completamente, y sus cuentos forman parte de antologías como La joven guardia, Una terraza propia o En celo.

viernes, 23 de octubre de 2009

El rumor de un tiempo distinto

Ayer, el suplemento cultural de La Voz del Interior publicó en tapa una extensa reseña sobre el Catálogo de juguetes. El comentario completo, que recomendamos, se puede leer en la edición web del diario.


Santuario de primeras magias

Por Demián Orosz


Comienza con la hamaca, como si pusiera todo el libro al amparo de una oscilación entre el cielo y la tierra, o del deseo más sencillo de sostenerse en el aire, y culmina con un zoológico en miniatura, breve repaso de los habitantes originarios de los países infantiles, compañeros del día y custodios del sueño. Entre la hamaca y el zoológico, el Catálogo de juguetes de Sandra Petrignani admite también a otras 63 criaturas o prácticas del mundo de los juegos.

La autora italiana, nacida en 1952, concibió este viaje a la infancia cuando advirtió que había un quiebre entre los objetos de su niñez y los juguetes y fantasías de su pequeño hijo. Una fractura que la escritora leyó en términos de magia perdida: la electrónica y el capitalismo arrasan con el aura, transforman a los juguetes en cosas iguales a otras cosas. El reverso exacto del santuario de primeras y olvidadas magias que propone Petrignani bien podría ser esa mezcla de cementerio de juguetes semi vivos y tétrico parque de crueldades que construye un horrible niño en la película Toy Story, empeñado en machacar y rehacer engendros con cabezas, brazos y ruedas de distintos muñecos y vehículos. Cosas hechas con otras cosas, traqueteando como una familia de "frankensteins".

Tensado por una mirada melancólica, el libro no es sin embargo un catálogo de nostalgias, ni de meditaciones que se cierran en lamentos un poco benjaminianos sobre el aura rota. [...]

La escritora retiene escenas de su vida y de su época, le contagia a los retratos de los juguetes una silueta del momento en que los usaba, los olores y conversaciones de la casa, o la irrupción intempestiva de los adultos y sus variables humores. En la estela que dejan sus evocaciones se puede leer también el rumor de un tiempo distinto, marcado por algunas carencias y otros modos de apreciar lo que se tenía.

Predomina una mirada femenina y desde la perspectiva infantil al mundo gigante, inaccesible y un poco hostil de los adultos, con sus rituales duros. Pero Petrignani sabe que los juguetes no son inocentes y se pone a salvo de una visión idílica. [...] En esa materialidad de apariencia sencilla se dirimen otras batallas menos fantásticas.

Los juguetes también activan las diferencias de género: armas, máquinas, fuertes y soldados para los niños; casas de muñecas, bebotes y batería de cocina para los primeros llamados a filas de un gran ejército de pequeñas madres y amas de casa. [...]

Se suele preguntar qué libro se llevaría a una isla desierta. ¿Por qué nunca se pregunta por el juguete que haría compañía en ese eventual destierro? Este catálogo puede ser una buena respuesta para ambas preguntas.


miércoles, 21 de octubre de 2009

Imágenes de la niñez

Recordamos que el próximo domingo concluye la muestra que reúne fotos de la serie Regresar, de Sebastián Miquel, y fragmentos del libro Catálogo de juguetes, de Sandra Petrignani. Puede visitarse de jueves a domingo, de 12 a 20, en la casa-tienda Cualquier Verdura (Humberto 1º 517, Buenos Aires).

Publicamos a continuación una versión resumida del texto de presenta de la muestra y una de las fotos que pueden ver allí.


A mediados de los ’80, en Italia, Sandra Petrignani escribía Catálogo de juguetes. Más de veinte años después, en 2009, en Argentina, Sebastián Miquel iniciaba su serie Regresar, en la que fotografió a personas de diversas edades con sus juguetes favoritos.

Él desconocía que se estaba preparando la primera edición en castellano del libro de Petrignani. Esta muestra nace, pues, de la casualidad. Se trata de dos miradas diferentes y similares sobre un mundo mágico: el de la niñez, el del juego, el de los juguetes. Ambos trabajos se presentan como una invitación a evocar (reencontrar) la infancia. Desde lugares, épocas y disciplinas distintos, cuentan historias tan subjetivas como universales.



Pupi Ferrá, diseñadora

Foto (c) Sebastián Miquel

lunes, 19 de octubre de 2009

Flipper

Un grupo de jóvenes de ambos sexos hace fila en el bar alrededor de la ruidosa máquina, esperando su turno. Si el que juega es un muchacho, tiene la cara seria, a veces incluso el ceño fruncido. No está exultante, no grita. Se concentra en la pelotita, oprime con calma los botones conectados a las pequeñas paletas a resorte que impulsan a la bola. Y la bola corre arriba y abajo a lo largo del plano inclinado, enciende luces, activa sonidos, desaparece en un agujero. El muchacho introduce una moneda tras otra, sin tener en cuenta a los niños. Estira y suelta, con un golpe seco, el pistón que lanza la pequeña bocha a la pista. Tiene un cigarrillo entre los labios y entrecierra un ojo para repararlos del humo.

Fragmento de Catálogo de juguetes



"Pinball Wizard" (podría traducirse como "El mago del flipper"), de la ópera-rock
Tommy, de The Who. Aquí, el video de la película Tommy.

domingo, 18 de octubre de 2009

El viento en la cara

La revista Ñ publicó ayer, entre las “pistas” de la sección Ideas, un texto muy breve de Raquel Garzón sobre el libro Catálogo de juguetes.


La vuelta al mundo en 65 juguetes

Por Raquel Garzón


Hamaca, barrilete, autito, muñeca, metegol, burbujas de jabón… Recorrer el índice de Catálogo de juguetes, el maravilloso libro de Sandra Petrignani que acaba de editar La Compañía, fascina tanto como descubrir en un mapamundi –escondidos en los recovecos de la minúscula topografía– los nombres de tierras lejanas (“Es-tam-bul” y el corazón se ilumina). Aquí, el mundo a descubrir es el de la infancia, sus cosmogonías, delicias y fantasmas en 65 artefactos, queribles hasta la inolvidabilidad. “Primero viene el triciclo, rojo, cómodo, seguro. La sensación de crecer sobre él, la satisfacción de volverse grande mientras el juguete se vuelve pequeño y las rodillas sobresalen a los costados para no golpear contra el manubrio”, escribe la autora italiana al detenerse en la bicicleta. Y una se ve pedaleando, antes del primer porrazo, el aire en la cara, el pelo en los ojos, la alegría hecha camino. Cómprelo, disfrútelo, regálelo y léalo otra vez: este originalísimo ensayo invita a recuperarse niño para reflexionar sobre un territorio fundacional. Al terminar, pregúntese por qué nunca aprendió a andar en patines, dónde quedó ese viejo juego de química o cuántas vidas caben en un caleidoscopio. Y vívalas todas, en homenaje.


viernes, 16 de octubre de 2009

Evocación Nº 6 - José Rosero

Les estamos pidiendo a diferentes personas (escritores, deportistas, músicos, dibujantes) que evoquen los juguetes preferidos de su niñez. La respuesta del joven y prestigioso ilustrador José Rosero está conformada por el texto y el dibujo que siguen. Muchas gracias, José.


Mi madre traía una bolsa nueva regularmente. Llena hasta el tope. A las pocas semanas (¿o meses?) tenía un bote lleno. Todas del mismo tamaño, poco más de una pulgada, pero de distintos colores. Todas eran potencialmente todo. Seguramente tenía yo, a mis ocho, muchos más juguetes y entretenimientos, pero éstas aparecían en cada fragmento desordenado de mis recuerdos de infancia. Al principio, un carrito de llantas cuadradas. No andaba. Después, una casa sin ventanas. Entraba el frío. Construí un sinfín de objetos y personajes inutilizables, pero no desistí. Mi tecnología fue evolucionando rápidamente y de pronto estaba ya en la era espacial creando bases intergalácticas y aparatos. Finalmente, el aburrimiento trajo el gran reto: una nave monumental. Empecé el proyecto y lo acabé en pocos días. La premura se debió a mi obsesión. Para construirla, utilicé todas las fuerzas, las energías, las fichas. La levanté por fin con mis dos brazos. Tenía una forma de “T” esbelta y moderna, con la cabina de capitán en la punta y alas enormes. La miré hasta que su peso se convirtió en algo insoportable, así que decidí lanzarla contra la puerta. El ruido no fue común. Mi habitación se convirtió en una caja sonora que reprodujo el estruendo. Toda la casa vino a ver qué había sucedido (me refiero a mi familia, aunque la casa también se contrajo). Y logré lo que quería: hacer un suceso, el primer y último vuelo de ese monstruo aeroespacial. Hoy, de las fichas sólo queda una y, cuando la veo, tan inerte y blanca, no dejo de pensar que sigue siendo potencialmente todo. Y tengo nuevo un proyecto en mente.



José Rosero es un ilustrador, dibujante y pintor colombiano nacido en 1986. Maestro en Artes Visuales de la universidad Javeriana de Bogotá, ha hecho ilustraciones para revistas como El malpensante, Don Juan, Rolling Stone o SoHo y para editoriales como SM o El Tiempo. También hizo diseños y multimedia para el British Council, el PNUD, la alcaldía de Nariño y el Ministerio de Cultura y ha dictado seminarios y conferencias. Tomó parte en muestras en Colombia, Uruguay y Corea. Recomendamos visitar su sitio y su Flickr.

jueves, 15 de octubre de 2009

Un paseo raro

Ayer, el diario La Nación publicó un interesante comentario de Silvia Hopenhayn sobre Catálogo de juguetes:


Aquellos juguetes

Por Silvia Hopenhayn


De la infancia no sólo quedan relatos, también objetos que punzan la memoria. Como los juguetes. Esas piezas tan concretas de nuestras pequeñas invenciones y descubrimientos cotidianos. Al mismo tiempo, el juguete suele aparecer asociado al regalo. Y de allí quizá su rara existencia de vida regalada.

En realidad, suelen ser partes de juguetes las que se conservan en algún rincón de un placard: la pierna de una muñeca, la locomotora del tren, la rueda de un autito o alguna figurita repetida de un álbum inconcluso. Hay algo de no terminado o de estanco en esas partes que por algún extraño motivo no fueron a parar a la basura.

El problema es que no se sabe muy bien quién abandonó a quién. Si el juguete al niño o el niño al juguete. En la maravillosa película Toy Story 2 , hay una escena en la que una muñeca, Jessie la vaquerita, recuerda cómo su niña-dueña, en los primeros albores de la adolescencia, la dejó tirada debajo de la cama. Pero justamente lo que aparece en esta historia es la subjetividad del juguete, como si algo de la vida que los niños le insuflan cuando juegan pudiera perdurar y fuera la causa de una agonía silenciosa.

Y ése es quizás el rasgo gélido que suele conllevar un juguete sustraído de la infancia. Es como una pieza desanimada, casi muerta de miedo. Hay algo de patético en lo dejado, y resaltarlo es una forma de hacer de lo perdido un objeto de culto, en vez de un hueco. Por eso el libro de la escritora italiana Sandra Petrignani, recién traducido al español por Guillermo Piro, titulado Catálogo de juguetes , es un paseo raro, entre lúdico y mortuorio, por un mundo desvaído, o más bien desvivido: la infancia.

Se trata de una serie de relatos breves, cada uno dedicado a un juguete. Entre los más de sesenta, aparecen un metegol, una honda, una bicicleta, bolitas, una soga, el lego, un barrilete, una marioneta, una pistola de agua, el tren eléctrico, palillos chinos, un trompo, dardos, globos, patines, etc. De cada uno de ellos la autora extrae retazos de afectos, fragmentos de historias olvidadas. Según Iac Mc Ewan, esta colección de textos es un ejercicio encantador. Yo diría más bien de encantamiento. Hay algo en estos breves relatos que encanta por momentos de manera siniestra. Como bien señala Giorgio Manganelli, en el posfacio: "Hundir la mano en el tiempo de los juguetes es como para morirse de miedo. En ese lugar no existen dimensiones mensurables; todo es enorme, lejano; simplemente no existe. No existir: ése es un modo de ser extremadamente sutil, dramático, insinuante, amenazador. Con los juguetes hay que ser cautos: esos levísimos no-seres, esas larvas presurosas, son la terribilidad encarnada". De allí que el posfacio se titule, precisamente: "Donde resiste lo que no existe".

Hay algo en la atmósfera del libro que remite a La vida, modo de uso, del genial Georges Perec, por esa idea de la acción congelada en el tiempo. Pero las estampas de Sandra Petrignani son irregulares; algunos juguetes descriptos no tienen el sabor narrativo que puede adquirir una naturaleza muerta a través del tiempo. Igualmente vale su manierismo en la disección, que nos permite recorrer cada una de las páginas evocando nuestros propios materiales de la infancia.


Fragmento de la película Toy Story 2

miércoles, 14 de octubre de 2009

Todo lo que pueda ser narrado

La Encyclopedia of Italian Literary Studies es una obra muy completa (en dos volúmenes de más de mil páginas) que presenta trabajos sobre distintos aspectos de la literatura italiana.

Incluye entradas referidas a temas (desde el Risorgimento hasta la censura, desde la ópera hasta la literatura infantil, desde el romanticismo hasta la influencia rusa), a obras y a autores.

Tomamos de allí un fragmento de la entrada sobre Sandra Petrignani, escrita por Silvana Tamiozzo Goldmann:


Sandra Petrignani es una escritora brillante y profunda, cuyos notables logros en el campo del periodismo cultural se reflejan en un riguroso manejo del lenguaje a lo largo de su obra. Entre los autores que más influyeron su estilo se cuentan Perec, Nabokov y Calvino; de este último, Si una noche de invierno un viajero (1979) y Seis propuestas para el próximo milenio (1988) sirvieron en particular de modelo para sus trabajos narrativos […]

En Il catalogo dei giocattoli (1988), Petrignani examina su niñez en los años ’50 como si fuese un catálogo de objetos amados. Cada juguete (65 en total: bloques de Lego, pelotas, caleidoscopios) disparó su memoria y activó viejas emociones que, a su vez, pusieron en marcha historias. El ritmo y el tono narrativo fueron concebidos en torno a un tema musical que desarrolla distintas variaciones. […]

Destacada por su notable precisión lingüística, por la claridad de su estilo y por la estructura de sus narraciones, la versatilidad y la incansable exploración de todo lo que pueda ser narrado son algunas de las principales características de esta distinguida autora cuyas obras se han traducido en Francia, Alemania, Gran Bretaña, Japón y Polonia. […]

Gaetana Marrone (editor general), Paolo Puppa y Luca Somigli (editores),

Encyclopedia of Italian Literary Studies

martes, 13 de octubre de 2009

Figuritas

Como los libros, los álbumes están pensados para la lectura. Los epígrafes de las imágenes enseñan y relatan. Cuando falta la figurita la frustración es doble, se contempla una forma vacía, la silueta rectangular de la pieza ausente, y leer no tiene sentido. Pero también son libros que deben escribirse. Desordenadamente. Primero un capítulo o una frase que en el diseño general se situará después. Y los agujeros que quedan son pasajes irresueltos de una historia que existe en alguna parte y que hace falta entender o rellenar. La satisfacción dada por el álbum es la de la creación. No hay un álbum igual a otro mientras está incompleto.

Fragmento de Catálogo de juguetes




sábado, 10 de octubre de 2009

Evocación Nº 5 - Jorge Fondebrider

Les estamos pidiendo a diferentes personas (escritores, deportistas, músicos, dibujantes) que evoquen los juegos o juguetes preferidos de su niñez. En esta ocasión, responde el escritor Jorge Fondebrider, a quien, por supuesto, le agradecemos.


Mis juguetes favoritos fueron siempre los soldaditos. Llegué a tener cientos y de distintos tipos. Los que más me gustaban (y revelo cronología) eran los de plomo. Recuerdo especialmente unos magníficos caballeros andantes, del tipo Ivanhoe, que me había regalado mi abuelo Bernardo cuando cumplí cuatro años. Recuerdo igualmente que mis padres habían invitado a los hijos de unos amigos de ellos y lo mal que se portaron esos chicos en mi cumpleaños. Me recuerdo, por último, a mí mismo contemplando al único caballero andante que me quedó relativamente sano al final de la fiesta, apoyando sobre una silla la única pierna que había sobrevivido a los embates de esos sátrapas. Como suele suceder, esos caballeros andantes de plomo, con los que jugué brevemente, fueron, probablemente, los juguetes que más me gustaron de todos los que tuve.



Jorge Fondebrider nació en Buenos Aires en 1956. Escribe poesía y ensayos. También se desempeña como traductor y periodista. Fue durante cinco años coordinador de eventos y publicaciones del Centro Cultural Ricardo Rojas. Entre sus libros se destacan Imperio de la luna, Los últimos tres años y La paja en el ojo ajeno (escrito junto a Pablo Chacón). En la actualidad dirige el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires.

jueves, 8 de octubre de 2009

Fotos de la inauguración

Subimos aquí tres fotos de la inauguración de la muestra en Cualquier Verdura.



En la primera se ve a algunos de los que pasaron el domingo por la muestra.



En la segunda, Sebastián Miquel y Daniel Giménez posan delante de la foto en la que aparece Daniel con su juguete.


La tercera es una de las fotos que se exponen: la actriz Lola Berthet con un elefante de plástico.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Caballo mecedor

En la calesita, los caballos eran los preferidos. Alineados de dos en dos corrían en círculos, subiendo y bajando. La lisa cavidad de la montura acogía afectuosamente a las nalgas; la maternal hinchazón del vientre obligaba a abrir las piernas en una posición excitante. Contra la piel al descubierto el frío de la cartapesta. A lo mejor tenían razón cuando creían que no era conveniente que una mujer cabalgase con las piernas separadas: adivinaban que en eso había una satisfacción secreta, el inevitable delicioso frotamiento. Una niña cabalgará su caballo mecedor únicamente por el movimiento, el impulso. Para divertirse no le hace falta -como sí a los varones- blandir la espada, incitar a imaginarios compañeros para que combatan. Ella cabalga abandonándose a un erotismo inconsciente. Cierra los ojos, concediéndose al viento que mueve sus cabellos, aprieta las rodillas y endurece los músculos provocando dentro de sí una corriente de escalofríos in crescendo.

Fragmento de Catálogo de juguetes



Foto tomada del Flickr de Guesus

martes, 6 de octubre de 2009

Evocación Nº 4 - María Teresa Andruetto

Les estamos pidiendo a diferentes personas (escritores, deportistas, músicos, dibujantes) que evoquen los juegos o juguetes preferidos de su niñez. En esta ocasión, responde la escritora María Teresa Andruetto, a quien, por supuesto, le agradecemos muchísimo.


Mi juego preferido era mentir. En algún momento de la infancia, ¿ocho años, nueve?, empecé a buscar en diarios, libros y revistas historias que pudiera hacer pasar como propias. Buscaba relatos de crímenes en las policiales del diario La Razón, que por entonces llegaba a mi casa, y en ejemplares viejos de la revista Así que conseguía en la carnicería del barrio y relatos de sucesos históricos en la Enciclopedia Labor. Después iba a colegio y les decía a mis compañeras de grado que había inventado una historia, una historia nueva, y la contaba. Era algo que me producía mucho placer, era casi diría lo único que me hacía especial ante ellas, que eran más lindas y tenían mejores ropas y usaban enaguas con puntillas e iban a hacer danzas españolas. Placer, pero también vergüenza, algo que vivía como un vicio (¡era ya un vicio!), algo que no estaba bien… Fuera de ese juego privado, lo que más me gustaba era “las escondidas”, que jugaba con mis amigos del barrio (un barrio periférico en un pueblo de llanura), ocultos en los baldíos que daban a la esquina, los cascarudos como plagas bajo el foco de luz, y yo contando con la cabeza contra la pared blanca, cóncava, antes de salir a descubrir los escondites.



María Teresa Andruetto nació el 26 de enero de 1954 en Arroyo Cabral, Córdoba. Se ha destacado como escritora tanto en la poesía como en la narrativa, tanto en la literatura para jóvenes como en la literatura “para adultos”. Entre sus libros cabe señalar las novelas Tama (Premio Municipal Luis de Tejeda 1992) y La mujer en cuestión (Premio Novela Fondo Nacional de las Artes 2002), los poemarios Kodak y Pavese y otros poemas, el libro de cuentos Todo movimiento es cacería (Premio Internacional Terra Ignota 2001) y los libros para jóvenes Stefano y El anillo encantado. Colabora en distintos proyectos y edita el blog Narradoras Argentinas.

http://www.teresaandruetto.com.ar/

lunes, 5 de octubre de 2009

Volver a la infancia

Ayer se inauguró la muestra que reúne fotos de la serie Regresar, de Sebastián Miquel, y fragmentos del Catálogo de juguetes, de Sandra Petrignani. Agradecemos a todos los que pasaron (ya subiremos alguna foto) y recordamos que pueden visitarla de jueves a domingo de 12 a 20.

También ayer, la revista C del diario Crítica de la Argentina publicó tres páginas con algunas fotos de la serie y fragmentos del libro.



sábado, 3 de octubre de 2009

El juguete como objeto sagrado

El suplemento ADNCultura del diario La Nación publica hoy dos fragmentos del Catálogo de juguetes y un testimonio de Petrignani sobre su libro. Aquí, parte de ese testimonio, que se puede leer completo en la edición virtual de La Nación.



De la magia al consumo

Por Sandra Petrignani

[Traducción: Matías Alinovi]


La idea original del Catálogo de juguetes era escribir una historia de mi infancia, una infancia de la década de 1950. Yo tenía un hijo chico, Guido, a quien el libro está dedicado, y observando su modo de jugar y su relación con los juguetes, me pareció entender que se había originado una gran fractura en el mundo infantil. Yo, que pertenecía a la generación del baby-boom (era una babyboomer con todas las de la ley), de las manifestaciones estudiantiles, de la revolución sexual, etcétera, había sido una chica mucho más parecida a los chicos que me habían precedido que a aquellos que habían venido después. […] Yo nací en 1952; mi hijo, en 1983. Entre él y yo los juguetes han perdido (casi) completamente el "aura", es decir, su sustancia mágica. De algún modo se convirtieron en objetos equivalentes a los demás, parte del gran sistema de consumo.

Es por eso que pensé en escribir el libro bajo la forma de una meditación sobre objetos-juguetes particulares (cada capítulo un juguete), para recrear el aura perdida y el sabor lejano de mi infancia, tan distinta de la de mi hijo y sus amiguitos. […]

Creo haber reconocido dos elementos que trastornaron definitivamente el mundo de los juguetes: la irrupción de la electrónica y el negocio de la infancia. En ambos casos el juguete se convirtió en algo complejo. […]

De todas formas, éstos son discursos sociológicos, reflexiones a las que inevitablemente me ha conducido la escritura de este libro, pero que no explican lo esencial, ni la suerte del libro en Italia y en el exterior. Creo que lo atractivo es justamente el uso que hice del juguete como médium, el proponerlo como objeto especial, mágico, sagrado. Es una manera de entrar en contacto con la parte infantil del ser humano, porque el comportamiento de los chicos puede cambiar y el mundo cambia en torno a ellos, pero lo que no cambia es la parte más tierna y secreta que resiste dentro de nosotros y que, en la edad infantil, estuvo más cerca del gran misterio del que todos venimos y al que todos estamos destinados a volver.

Foto (c) Alfredo Sánchez

viernes, 2 de octubre de 2009

Casita de muñecas

La impresión de ser Gulliver en el país de Lilliput. El poder de espiar dentro de las casas de los otros, atrapar momentos privados de la vida de los otros. Un poco como cuando el tren disminuye la velocidad atravesando un pueblo, rozando las casas, y se mira por la ventanilla el ajetreo de los campesinos, la perezosa espera de un viejo, el bostezo de un muchacho aún en pijama que no sabe que está siendo visto. La casa de la muñeca no está hecha para jugar, sino para ser observada.

Fragmento de Catálogo de juguetes


 
Clicky Web Analytics